El pacto anunciado por Milei y Trump promete “modernización” y “apertura”, pero los beneficios concretos para el país siguen sin aparecer mientras crece la preocupación por su impacto en la industria, el agro y la soberanía regulatoria.
El nuevo Acuerdo de Comercio e Inversiones Recíprocas entre Argentina y Estados Unidos, presentado como un avance histórico por ambos gobiernos, llega cargado de promesas de apertura y cooperación, pero con muy pocas definiciones sobre qué gana exactamente la Argentina. Mientras la Casa Blanca difundió una larga lista de sectores donde recibirá ventajas, en nuestro país predominan la incertidumbre y las dudas sobre un esquema que parece beneficiar mucho más a Washington que a Buenos Aires.
Según la comunicación oficial, el entendimiento busca abrir mercados, eliminar barreras, alinear normas técnicas, facilitar inversiones y modernizar el comercio bilateral. Pero la letra fina deja en evidencia que la mayor parte de las obligaciones recaen sobre la Argentina, que deberá desregular, abrir mercados estratégicos y adaptar sus normas a estándares externos.
A continuación, un repaso punto por punto de los sectores más impactados por este acuerdo “marco”, en el que los costos parecen claros y los beneficios aún no.
1) Aranceles: amplia apertura para EE.UU.
El Gobierno argentino otorgará acceso preferencial a medicamentos, químicos, maquinaria, tecnología, autos, dispositivos médicos y productos agrícolas de origen estadounidense. A cambio, EE.UU. ofrece eliminar aranceles sobre algunos recursos naturales y ciertos insumos farmacéuticos, sin detalles sobre volumen ni plazos. También se abre el sensible capítulo de la carne vacuna.
2) Barreras no arancelarias: Argentina desmantela, EE.UU. observa
Nuestro país ya eliminó licencias de importación y se compromete a seguir flexibilizando requisitos. Además, dejará de exigir formalidades consulares y reducirá gradualmente la tasa de estadística para bienes norteamericanos.
3) Normas y certificaciones: alineamiento automático
Argentina aceptará productos que cumplan normas estadounidenses sin evaluaciones locales adicionales. También ingresarán vehículos bajo estándares de seguridad de EE.UU. y productos médicos respaldados por certificaciones de la FDA. En la práctica, Argentina resigna capacidad regulatoria.
4) Propiedad intelectual: más exigencias para Argentina
El país reforzará controles contra falsificaciones y se compromete a abordar cambios profundos en criterios de patentabilidad y funcionamiento de la oficina de patentes. Esto podría encarecer medicamentos y limitar la producción local.
5) Agroindustria: nuevo acceso para alimentos de EE.UU.
Argentina permitirá el ingreso de ganado en pie, carne aviar y productos lácteos norteamericanos sin registro de establecimientos. También flexibilizará el uso de denominaciones queseras y cárnicas. Se abre un canal para resolver barreras, pero la balanza de beneficios luce inclinada hacia Washington.
6) Trabajo: requisitos que Argentina debe adoptar
El país incorporará la prohibición de importar bienes producidos con trabajo forzoso y reforzará su fiscalización laboral, alineándose a criterios externos.
7) Medioambiente: compromisos exigentes
Se incluyen obligaciones en tala ilegal, economía de recursos y aplicación del acuerdo internacional de pesca. Nuevamente, recaen sobre Argentina la mayor parte de los deberes.
8) Seguridad económica: foco en “terceros países”
Argentina y EE.UU. coordinarán medidas frente a países con políticas comerciales “no basadas en el mercado”, una alusión directa a China. Se avanzará en controles de exportación, inversión y evasión aduanera.
9) Minerales críticos y soja: interés estratégico de Washington
Habrá cooperación en litio, cobre y otros minerales claves para la industria tecnológica de EE.UU. Además, ambos países dicen querer “estabilizar” el mercado global de soja, donde Argentina es proveedor central.
10) Empresas estatales y subsidios: presión para reestructurar
Argentina revisará el rol de sus empresas públicas y los subsidios industriales. Otro punto que implica adaptaciones profundas y un guiño al dogma desregulador del Gobierno nacional.
11) Comercio digital: privilegios para plataformas de EE.UU.
El país reconocerá a Estados Unidos como jurisdicción adecuada para transferencias de datos personales y no podrá aplicar normas diferenciadas a servicios digitales norteamericanos. También aceptará firmas electrónicas bajo legislación estadounidense.
Lo que viene
Ambos gobiernos acelerarán la firma y puesta en vigencia del acuerdo, que será monitoreado mediante el Acuerdo Marco de Comercio e Inversión y el Foro de Innovación.
Mientras tanto, crecen las preguntas: ¿qué gana realmente la Argentina? ¿Cuánto empleo, producción o inversión puede perder la industria nacional con esta apertura unilateral? ¿Y qué margen quedará para diseñar políticas propias?
Hasta ahora, no hay respuestas claras. Y el gobierno de Milei parece más apurado en alinearse con Washington que en explicar cómo este pacto mejora la vida de los argentinos.