Acorralado por los escraches, el caos interno y las encuestas que anticipan una derrota, el Presidente se bajó de todos los actos en Buenos Aires. Mientras busca refugio político en Córdoba y Rosario, su gobierno atraviesa otra semana de tensiones y rumores de renuncias.
La campaña de Javier Milei en la provincia de Buenos Aires terminó antes de tiempo y con estrépito. En una maniobra que expone el desgaste político del Presidente, el mandatario decidió cancelar todos los actos previstos en el distrito más poblado del país y retirarse de la contienda bonaerense, dejando al candidato Diego Santilli solo frente a una elección que el propio Gobierno ya califica como una “derrota digna”.
La decisión se tomó este fin de semana en Olivos, luego de que Milei analizara encuestas internas que lo ubican hasta 18 puntos por debajo del peronismo y apenas con la esperanza de achicar la brecha a la mitad. Con ese panorama, el Presidente resolvió “no exponerse más” y suspendió su acto en Ezeiza, junto con toda su agenda en el territorio que gobierna Axel Kicillof.
Una campaña marcada por el descontrol
El repliegue de Milei no sorprende dentro del oficialismo. Su paso por la provincia fue un cúmulo de errores, improvisaciones y escenas de violencia. Hubo actos suspendidos por falta de seguridad, protestas vecinales y el escándalo final en Tres de Febrero, donde una militante libertaria terminó persiguiendo con un cuchillo a fotógrafos que cubrían el evento.
Antes de eso, la campaña ya había sufrido el golpe político de la renuncia de José Luis Espert, quien se bajó denunciando “desprolijidad” y “manejo sectario” por parte del entorno presidencial. Ni siquiera la presencia de la hermana del mandatario, Karina Milei, logró ordenar el caos.
La estrategia del repliegue
Con la provincia perdida, Milei decidió apostar sus últimas fichas en el interior del país. Este martes viajará a Córdoba y el jueves cerrará la campaña en Rosario, tratando de mostrarse como un líder federal mientras Buenos Aires, el corazón político del país, se le escapa de las manos.
Fuentes de la Casa Rosada reconocen que el objetivo ya no es ganar, sino “evitar una catástrofe electoral”. La estrategia de la “derrota digna” busca minimizar el impacto político de una elección que podría confirmar el deterioro acelerado de la imagen presidencial.
Un gobierno en crisis
El repliegue en campaña ocurre mientras el Gobierno enfrenta una nueva tormenta interna. En medio de la tensión financiera y el aumento del dólar, crecen los rumores sobre una inminente renuncia del canciller Gerardo Werthein, tras el papelón diplomático en el último encuentro con Donald Trump.
Lejos de la épica libertaria que prometía “cambiarlo todo”, Milei llega al cierre de campaña con un gobierno desgastado, un gabinete dividido y sin capacidad para sostener la calle ni el discurso. En apenas diez meses de gestión, la “revolución de la libertad” parece haberse reducido a un gesto: el del Presidente, huyendo de su propia campaña.