Con más argentinos viajando al exterior y menos extranjeros entrando al país, la gestión de Milei decidió eliminar un indicador clave desde 2026. El sector acumula casi dos años consecutivos de déficit.
Mientras los números del turismo siguen en caída libre, el Gobierno nacional optó por una salida insólita: dejar de mostrar las estadísticas que reflejan el problema. A partir del 1° de enero de 2026, el INDEC dejará de publicar el balance entre ingresos y egresos de dólares por turismo, una decisión impulsada por el secretario del área, Daniel Scioli, que apunta a ocultar un rojo persistente desde el inicio de la gestión de Javier Milei.
Este martes, el propio INDEC informó que en noviembre de 2025 el ingreso de turistas extranjeros cayó un 2,7% interanual. En paralelo, los viajes de argentinos al exterior crecieron un 15,3%. El resultado vuelve a ser negativo: salen muchos más dólares de los que entran, en un contexto de escasez de divisas y ajuste generalizado.
Lejos de tratarse de un dato aislado, el turismo internacional acumula 22 meses consecutivos de saldo negativo. Desde diciembre de 2023, durante toda la llamada “Era Milei”, el balance nunca logró ser positivo. De manera sistemática, la cantidad de argentinos que viaja al exterior supera a la de no residentes que ingresan al país, tal como señaló recientemente un informe de El Destape.
Frente a este escenario, la “solución” oficial fue eliminar el termómetro. La Secretaría de Turismo resolvió que el INDEC deje de difundir el balance cambiario del sector, lo que permitirá esconder un déficit que solo en el último año rondó los 10.000 millones de dólares, producto del gasto de los argentinos fuera del país. Una de las principales vías de salida de divisas del sector servicios dejará, simplemente, de medirse.
Sin embargo, borrar la estadística no elimina el problema. Las consecuencias ya se sienten en las economías regionales y en las ciudades que dependen del turismo. La provincia de Buenos Aires, entre otros destinos, anticipó un verano complicado, atravesado por la caída del turismo receptivo, el predominio del turismo emisivo y una sangría de dólares que el Gobierno prefiere esconder antes que enfrentar.